Acerca de la Verdad en ti.

El camino del peregrino

 


 

             El hombre que se ha cargado negativamente puede compararse con una oruga. El hombre cargado - la oruga- se va envolviendo en el capullo de su pequeño mundo hasta que comprende que tiene que salir del capullo, es decir, desarrollarse para volverse una mariposa, un ser de la luz que vive y se mueve en la Ley Universal Eterna de Dios, y que  tiene en el Eterno su existencia eterna, el principio universal que es y se denomina a sí mismo “Yo Divino”: lo puro, fino, noble, bello, el amor desinteresado, la Ley Universal, lo Absoluto, el Eterno Ser, la Verdad Eterna.

 

 

            Por eso, toda oruga tiene que desarrollarse, es decir, desenrollar aquello con lo que se ha envuelto, para reconocerse en ello, para arrepentirse de lo reconocido, pedir perdón y perdonar, y no volver a hacer lo reconocido.

 

            Entonces  se disuelven los hilos de su capullo, se derrumban los muros a los que el hombre había mirado hasta la fecha y que él llamaba “la verdad”, el pequeño mundo de su yo que sólo era el reflejo de la Verdad.

 

       Entonces, el alma luminosa y el hombre orientado hacia el interior, hacia el Santísimo, contemplan en sí mismos el Eterno Ser, la Verdad Eterna.

 

            El Eterno Yo Divino es la Verdad. Quien ha llegado a ser la Verdad, es él mismo la Verdad, el Yo divino, el Ser, el Yo Soy, la Ley Eterna del Amor.

 

            Con los ojos de la Verdad, el hombre también contempla en sí mismo lo que hay en el interior. Penetra en el reflejo de la Verdad y en todos los hombres. Acontecimientos, conversaciones y sucesos contempla la Verdad. Ve con los ojos de la Verdad y ve en profundidad con los ojos de la Verdad. Y todo lo dice, lo conversa y lo lleva a cabo en la Verdad. Él es por tanto la Verdad que es la Ley Eterna del Universo en la que vive, en la que se mueve, de la que toma y con la que obra.

 

          Dado que la Verdad, el Ser de la Ley Eterna, está en ti, lo verdadero,  lo eterno, toma forma y aspecto primero en ti y tan sólo luego en el exterior, en tu entorno y en el mundo, tienes que vivir en ti y tan sólo luego en el exterior, en tu entorno y en el mundo. Tienes que vivir en ti, el Santísimo que habita en ti. Por lo tanto, debes comprender que tú eres el Templo del Uno que habita en ti.

 

            Ten presente la siguiente frase de la Verdad y vive según ella:

 

“Habita en ti pues tú eres el Templo del Uno que habita en ti”

 

Habita en ti significa que no permitas ningún pensamiento humano egoísta. Toda tu forma de sentir, pensar, obrar y hablar, elévala a Dios.

 

Habla sólo cuando se te pregunte, ni demasiado ni demasiado poco. La medida está en ti. O habla cuando sea importante para tu prójimo, cuando puedas darle dones a la vida.

 

No preguntes nunca por curiosidad. Si es posible, no preguntes en absoluto, pues lo que hayas de oír y saber, te lo hará llegar Aquel que habita en ti.

 

Cuando tu prójimo junto a ti esté absorto en pensamientos, no le dirijas la palabra para explicarle tu sabiduría humana pues no sabes dónde se halla en ese momento, con qué o con quiénes, está en comunicación.

 

No molestes a tu prójimo; entonces tú tampoco serás molestado nunca porque te habrás convertido en la atención misma. Y cuando tu prójimo esté comiendo o trabajando, no le molestes, a no ser que tengas que comunicarle algo importante, pues tú no sabes con quién o con qué está él en comunicación.