Qué misterio tan grande
es el alma de un ser,
que está encerrada
en el cuerpo de la carne
y no se la puede el ver.
¡Sólo uno tiene la llave de esa cárcel!
¡Sólo uno tiene la llave del amor!
que le de libertad plena
para volar hacia Dios.
No busques nunca la clave
que no sea dentro de ti,
pues por muchas razones que te dieras
nunca la podrías descubrir.
En cambio, si tú te buscas
silencioso dentro de ti…
es seguro que la encuentras
y su jaula has de abrir.
¡Ya tienes el misterio
mucho más claro dentro de ti,
y así, poquito a poco,
del todo la podrás abrir!
No es cosa de un momento
lo que mucho hay que llamar
y el celador de tu convento
la mirilla te abrirá.
Una vez que ya atisbes
lo que dentro puede estar…
te dará tal consuelo
que no dejarás de llamar.
Así, poquito a poco
las cosas El Padre te mostrará,
según vea el amor de sus hijos
en ese vuestro llamar.