Una luz es una guía

que nadie puede rechazar,

que aleja de toda porfía

al que con amor la puede buscar.

Ella está siempre ahí, quieta,

esperando que la puedan llamar

para acudir siempre rauda

al alma que la fue a buscar.

Son los hombres

los que de la luz se alejan

pues les asusta el ver

lo que por ella dejan.

¡Qué ignorancia suprema

la que el hombre se fija:

dejar todo un tesoro

por unas pocas baratijas!

Ramales de un camino

que tocan a su fin.

Es la hora de que en su destino

se vuelvan y miren a Dios por fin.

Ya no habrá más prórrogas

en este mundo terrenal.

Sólo habrá una forma:

La Ley de Dios acatar.

Ley divina y hermosa

la que a todos puede cubrir

con su manto de rosas

de paz y amor sin fin.