Vuela el ave canora
para verter a los demás
esos sus esplendidos cantos
de armonía y de paz.
El ave extiende sus alas
y flota por encima de la humanidad
vertiendo de sus armonías
la belleza que nace de su corazón inmortal.
Y el ave canora se eleva y se eleva
por encima de toda materialidad
y se entrega sin límite ni medida
a toda la humanidad.
Ave de profundas alas
insertadas de maravilloso color
que no teme a la nada
porque en ella todo es amor.
Vela y profundiza en las oscuridades
y se eleva hasta el bello sol,
no le importa las diferentes realidades
que para todas tiene la inmensidad de su amor.
Lleva el sol a todos los corazones
con la alegría de su volar,
y no queda en ninguno de los rincones
ningún alma triste que no reciba su consuelo veraz.
Ave canora de tan dulce trinar
que no existe melodía en el mundo
que se pueda el figurar.
El ave surca los cielos,
y a través de él la energía divina puede entregar
para que no falte el consuelo
en ningún mundo donde sus alas pueda posar.
Ave de alegría
y de dulce felicidad
que recibe cada día
la inmensidad del Padre Celestial.
¡Adelante ave canora!,
¡no dejes de volar!,
porque allá donde vaya tu paso
la alegría en los corazones levantarás.
Y no hay labor más bella
que la de iluminar a los demás,
porque en ellos tu alma se refleja
porque todos somos unidos esencia del Padre Celestial.
¡Gracias a los vientos
que con amor te pueden transportar
y te elevan sobre todo evento
que te pueda obstaculizar!
¡Sigue pues ave canora
laborando sin cesar
porque en cada verso hay una aurora
que te habla de la inmortalidad!