En tu Prójimo estoy YO
Claves Espirituales

 

       Cuando nos desviamos de nuestro camino, Dios nos llama a tiempo, pues Él está en nuestros sentimientos, sensaciones, pensamientos, en nuestras palabras.

 

         Él es siempre el que escucha en silencio. Él nos deja el libre albedrío, pero si el hijo se dirige a Dios, el Eterno escuchador interno, Dios se hace vivo en nosotros y en aquello por lo que pedimos, y nos ayuda a resolver nuestros problemas. Él nos ayuda a llevar a cabo una conversación, nos ayuda continuamente, porque Dios es el Amor, la Fuerza donante.

 

         Dios es el principio Padre-Madre, la Fuerza Creadora, también en los Reinos de la Naturaleza. Cuando vamos a través de la Naturaleza estamos yendo con Dios y a través de Dios, a través de su poderoso caudal, a través de la Naturaleza que a su vez es Él.

 

      "Dios es". Hagámonos, una y otra vez, conscientes de esto y empezará a hacerse vivo en nosotros y también en nuestra vida diaria. Esta tarea, "Dios es", puede ayudarnos. Cuando, por ejemplo, hagamos caso omiso de otras personas, cuando queramos menospreciarlas, enseguida notaremos que de pronto llega un impulso interno que dice:

       -¡Alto!, en tu prójimo estoy Yo. Únete a tu prójimo y aprenderás a comprenderme a Mí, la Vida en todo, pues "Dios es".

 

         Queridos hermanos, si nos acordamos una y otra vez de esta tarea, si vamos madurando en esta conciencia, aprenderemos también a comprendernos a nosotros mismos. Entonces, también alcanzaremos comprensión para con nuestros semejantes y respeto para con los Reinos de la Naturaleza.

 

         Mediante las palabras "Dios es" se despierta y fortalece en nosotros el sentir claramente lo bueno, lo divino. Por otra parte, también reconocemos más pronto y con más finos matices, lo no divino, lo humano inferior. Aprendemos a diferenciar más claramente lo egocéntrico de lo desinteresado. Poco a poco, nuestra conciencia reacciona más sensitivamente, de manera que nos volvemos más seguros en nuestras decisiones.

 

       El amor desinteresado es la verdadera vida que es divina. Estamos en la Tierra para volvernos divinos, es decir, para llegar a ser el amor desinteresado.

 

        Amargo es todo aquello que es humano, no siempre nos damos cuenta de esto, con frecuencia lo sentimos tan sólo que muy tarde. Si en las situaciones del día recordamos "Dios es" nos volvemos sensitivos, más sensibles a lo humano que hay en nosotros, y sabremos a tiempo que tenemos que dar la vuelta.  "Dar la vuelta" es cambiar en el interior lo que, a su vez, produce un cambio en la vida externa.