Amar es decirle sí a la vida, y demasiado a menudo, estamos negándola sin saber lo que hacemos.
Amar es la única razón para vivir, pero es un hecho que muchos seres humanos nunca aprenden a amar. La causa de ello no se halla en el odio como podríamos creer, sino en el miedo.
Aunque pueda parecer paradójico, uno de los principales obstáculos que impiden que los ángeles puedan actuar a través nuestro es la falta de amor que sentimos por nosotros mismos, y es que, en el fondo, tenemos miedo de nosotros mismos, una parte de nosotros mismos.
Los ángeles se mueven por canales de amor plenamente conscientes de su propio valor. Si logramos amarnos más a nosotros mismos y a los demás, en poco tiempo habremos abierto el canal que los ángeles necesitan para comunicarse con nosotros.
El amor procede del misterio, algo que está en las antípodas de nuestro ego, y ese amor aspira apasionadamente a volver a ese misterio arrastrándonos lo queramos o no.
Todos hemos constatado que cuando amamos realmente a alguien, nos convertimos en algo así como un espejo de su corazón. Cuando alguien nos ama, recíprocamente se convierte en un espejo de nuestro corazón.
Podemos escuchar la voz del ego o la voz del amor. Cuando escuchamos la voz del ego es como si nos estuvieran dictando lo que quieren que hagamos. Cuando escuchamos la voz del amor es como si los ángeles nos inspiraran.
Los seres humanos no somos libres, pero sí podemos elegir entre escuchar la voz del ego o escuchar la voz del amor. Cuando escuchamos esta última estamos desbloqueando los canales a través de los cuales se expresan los ángeles. Son dos modos totalmente distintos de ver la vida: a través de los ojos del amor o a través de los ojos del temor. Cuando vemos la vida a través de los ojos del temor, todo lo que nos rodea parece hostil. Es como si todo y todos nos estuvieran atacando. Pero existe otra manera de ver el mundo, de presentarse ante la vida: ¡eligiendo siempre y en cada momento el amor!
Ejercicio con el Ángel del Amor