Amados todos, desde el Eterno os llamamos; desde la Luz infinita; desde el Amor insondable.
Parecían lejanos los tiempos del despertar. Habíais perdido la conciencia de quiénes erais y ha llegado el momento en el que reconocéis la Verdad. Integrad tanto conocimiento adquirido, toda la experiencia vivida en este y en otros mundos. Ahora es el momento de expandiros en el infinito y Ser.
Muchos corazones nos llaman pidiendo luz, consuelo, felicidad, paz, mas muchos de esos mismos corazones se están haciendo una constante guerra a sí mismos. ¿Cuántos de ellos son libres para correr, saltar, cantar y gritar al son de la Tierra? ¿Cuántos de ellos siguen cubiertos por la coraza del miedo?
Como siempre, esperáis la tabla de salvación que os lleve a otro lugar, cuando estáis en el lugar apropiado, en el momento apropiado, en las circunstancias más apropiadas para reconoceros y ser libres.
Ningún reproche puede llegar de aquellos que os aman incondicionalmente, mas sí un aviso: el corazón es la llave que os abrirá las puertas de la conciencia. Dejarlo fluir sin temores. Dejarle cantar para glorificar la vida en todos sus aspectos y glorificar así a Dios.
¡Sentid el amor y vividlo plenamente! ¡No dejéis que pase!, ¡No permitáis a la mente que acalle su latido! ¡Sed libres, pero para amar, sentir, vivir!
No os rindáis en este nuevo descubrimiento que muchos ya vais despertando en vuestro interior, pues es el siguiente paso, el definitivo.
Dejad a un lado el conocimiento del Universo que buscáis desde fuera y sentid el gozo de vivirlo desde lo más profundo de vuestro ser; desde la emoción; desde la pasión; desde el no comprender nada y sentirlo todo.
Unificaos con toda la vida, con todos los seres, con vuestra Madre.
Sentid el gozo de la experimentación en vuestra dimensión para así trascenderla y retirar al fin el velo de la ilusión.