A la luz de una
Vela
A la luz de las velas
encontré mi despertar.
A la luz de las velas encontré
mi interioridad.
Esa luz divina
que me podía llegar,
y me alejaba de toda herida
porque el Padre conmigo podía estar.
A la luz de una vela
encontré el verdadero camino a llevar.
A la luz de una vela
encontré mi sendero en andar.
A la luz de una vela
encontré la llama que me pudo quemar
para no perder nunca la cabeza
sino sólo entregarme por completo a los demás.
Siempre fue mi pensamiento
puesto en el Padre Celestial,
en cumplir sus mandamientos
como mi primera actuación en llevar.
Siempre me encomendé a su voluntad
en todo cuanto podía el realizar,
y Él guió siempre mi camino
con su voz temprana en mi hablar.
Esa fue la manera
como encontré mi verdad,
al escucharme de veras
en todo cuanto el Padre me podía hablar.
Y tomarle como ciencia cierta
por encima de lo que decían los demás,
siempre era su enseñanza la primera
la que en mí podía escuchar.
¡Luego hermanos míos
seguir mi ejemplo veraz,
y buscar dentro de vosotros mismos
esa llama de amor sin par!
Esa enseñanza suprema
que dentro de vosotros mismos va
en esa conciencia certera
de ese Niño que en vuestra interioridad va.
¡Abrid vuestros ojos a los cielos!
¡dejad que penetre en vuestra interioridad,
para que alcancéis ese dulce consejo
que en esa mi mirada os podré entregar!
¡Abríos al cielo por completo
con esa vuestra divina voluntad,
para que llegue por fin el hecho
de ese encuentro que será genial!
¡Descubrir la tapadera
para que las esencias surjan por todo lugar,
y alcancéis esa bella esfera
de luz, de energía, de preciosidad!
¡Adelante pues ovejas mías
en ese mi buscar,
que estoy a vuestro lado cada día
esperando me podáis vislumbrar!
¿Será hoy? ¿será mañana?
Dios lo sabe quizá,
porque todo depende de vuestro esfuerzo,
de vuestra voluntad en el buen obrar.
¡A vuestro lado estoy!
¡a vuestro lado os espero!
¡a vuestro lado os llamo
con todo mi amar!
¡Venid!
¡venid por fin a mi lado
para que ya unidos,
por siempre gozar!
¡Hasta siempre en mi amar!