La Verdad es Inalterable


           Yo, El Cristo de Dios, elevo todo a la luz de la Verdad.


          Compenetrémonos más en la palabra “Verdad”. ¿Qué nos dice esta palabra?.Sólo hay una Verdad y ella es Dios, y Dios es absoluto. ¡No hay nada que interpretar, nada que remover, no hay acasos que valgan!. ¡Dios Es!.


         La Verdad está segura de sí misma. No disiente, no disputa, ella aclara pero no se defiende. No tiene que demostrarse a sí misma; ¡Ella Es!. Es independiente; no afectada por opiniones, ideas, conceptos, teorías ni puntos de vista. La Verdad es por siempre inalterable.No podemos coger la Verdad para modificarla. Quien la modifica para sí mismo, se está modificando a sí mismo pero jamás a la Verdad.


          La Verdad es absoluta; siempre donante y ayudante. Podemos contar con Dios, “la Verdad”. Él siempre está aquí. Él siempre está presente. En todos los ámbitos de nuestra vida, donde quiera que vayamos o estemos,...   ¡Dios, Es!.


          ¡Hagámonos conscientes de ello! Dios está aquí para ayudarnos. El Espíritu de la Verdad desea ayudarnos y servirnos; desea que nos encontremos bien; desea que sanemos y permanezcamos sanos; desea que seamos felices pues Él es la felicidad. Desea que estemos llenos de paz y seamos alegres, pues Él es la paz y la alegría.

Hagámonos cada vez más conscientes de ello en la vida diaria. Hagamos lo que hagamos, vayamos a donde vayamos, en todas partes Dios está presente. ¡Dios Es!. Él nos ama, Él nos ayuda, Él nos sirve, Él desea lo mejor para nosotros pues Él es nuestro Padre.


         Donde está la Verdad, todo está abierto y manifiesto. La Verdad no tiene secretos porque todo es verdadero. Sólo tiene secretos el que ha de ocultar la falsedad. Cuando aprendamos a volvernos veraces en todo lo que pensamos, digamos o hagamos, encontraremos la Verdad. La palabra “Verdad” lleva en sí misma toda la Ley Eterna. La Verdad es nuestra herencia espiritual pues nosotros somos Ley divina que ha tomado forma y con ello, la Verdad.


     Queridos hermanos, volvámonos veraces; veraces en nuestra forma de sentir, pensar, hablar y obrar. Llevemos con nosotros en nuestra vida terrenal lo siguiente:

        ¡Vuélvete veraz en todo lo que pienses, digas y hagas!, entonces te encontrarás a ti mismo y te encontrarás en el Yo Divino, como Eterno Yo divino en Dios.


    Si estamos traspasados por la Verdad, si por tanto somos completamente veraces, también somos desinteresados, impersonales y tenemos seguridad. En ese caso, tenemos también la fuerza y de ahí el valor, según sea la situación y el estado de conciencia del prójimo para expresar cualquier cosa o llamar la atención sobre ello de forma impersonal.


        La Verdad es lo desinteresado, es impersonal y también lo formula todo impersonalmente. En la Verdad está la sinceridad, la franqueza de la que a su vez, surge la fraternidad, la auténtica hermandad.

       

        La Verdad es siempre lo que une. No excluye a ningún hombre porque “Verdad” es igual a “Unidad”.

Todo está unido en Dios. Si no somos veraces, estamos fuera de la Ley, fuera de la Verdad y nos separamos de nuestro prójimo.


       “Verdad” es también “Claridad” y la “Claridad” igual a la “Verdad”… siempre es la sencillez.

       La Ley de Dios es la “Sencillez” y todo lo sencillo es genial. ¡Por eso es lo más grande!