Deseo esencial del Espíritu del Cristo de Dios que se manifiesta en la actualidad y es: “sanar las almas de los hombres para que también sane el cuerpo humano”
A esta meta van dirigidas las sanaciones divinas. Quien experimenta la sanación divina con un corazón abierto, tiene verdaderamente la sensación de que el cielo se inclina hacia la Tierra.
No es posible este acontecimiento supra terrenal con palabras humanas que serían excesivamente áridas. Aquí tenéis una impresión de ello y seguido, dos extractos de estas manifestaciones divinas:
- Yo Soy Cristo, el Hijo de Dios Vivo y vengo en Espíritu a vosotros para llamaros a despertar en el Espíritu de la Vida.
Yo me mostraré y levantaré el Reino Interno, el Reino del Padre Eterno en esta Tierra. ¡Escuchad!
Yo vengo para erigir el Reino Interno en esta Tierra.
Yo vengo y asumiré la Soberanía sobre el Reino de Dios en la Tierra.
Antes de que suceda, Yo envío a mi Espíritu para que Él os despierte.
Mi Espíritu está en Su Espíritu. ¡Es un único Espíritu el que os llama!
Yo reúno a todos los hombres pues este mundo materialista tiende a su fin y se erigirá el Reino de Dios, el Reino Interno.
Soy vuestro padre adoptivo que os lleva hacia el Padre Eterno que es el Padre de todos nosotros. ¡Por ello me dirijo a vosotros llamándoos “hijos míos”!
Mi Espíritu, el Espíritu del consuelo y el Espíritu de la sanación, se os acerca cada vez más. Él os toca y desea llevaros fuera del caos y de la confusión de este tiempo materialista.
Nuevamente deseo instruiros e indicaros el camino hacia la Paz y la Sanación.
Nuevamente estoy entre vosotros como Espíritu de la Verdad, para daros y para sanaros. Esta hora terrenal se encuentra en el signo de la Sanación Divina. Sanos deberíais volveros en vuestra alma a fin de que también sane vuestro cuerpo.
Sí. Yo vierto mi Espíritu sanador que sana vuestra alma. Según vuestra Fe, será dado Fe activa purificadora.
La purificación de los pecados tiene lugar a través del arrepentimiento, a través de la reparación del mal.
Con ello se limpia el alma y el hombre recibe la Luz que sana.